Como parte de los procesos de digitalización de las empresas se requiere desarrollar procesos de evaluación laboral que sean cada vez más objetivos y generen indicadores de productividad que eviten los estereotipos de género que predominan en el sector.
La inseguridad en las carreteras es un desafío significativo para la industria del transporte terrestre de carga, que impacta negativamente en su confiabilidad y en las condiciones laborales de los conductores, principal pilar en la operación de este modo de transporte.
La inseguridad en las carreteras es sin duda un problema que afecta a todos los usuarios de la vía, pero los conductores de transporte de carga son particularmente vulnerables. Ello se debe a que pasan mucho tiempo en las carreteras, a menudo solos y en lugares remotos.
En México, se registra la experiencia de la primera mujer que trabajó en el en el transporte de materiales peligrosos en la década de los 80, llegando a convertirse en una leyenda en el sector y hoy día participa dictando charlas sobre su pasión e introducción del género femenino en el sector del
En el contexto de la pandemia del coronavirus (COVID-19) la demanda de servicios del transporte de carga aumentó significativamente, al tiempo que varios de los profesionales de la conducción tuvieron que retirarse del servicio al pertenecer a grupos vulnerables, por presentar afecciones subyacen
La participación de las mujeres y personas con diversidad funcional en el Sector TAC ha sido históricamente poco relevante y forzada por condiciones personales. Los principales retos se centran en la igualdad de oportunidades, el empoderamiento y la seguridad.
Tradicionalmente en el transporte de carga persisten prejuicios y estereotipos de género muy enraizada en la cultura operativa del sector TAC. Existe la creencia arraigada que el trabajo es un campo exclusivamente masculino, lo cual ha incidido en la discriminación y desigualdad de oportunidades para las mujeres que deseen involucrarse en esta industria.
Estadísticamente, las mujeres representan entre 40% y 50% de la población trabajadora en los países latinoamericanos y su participación en el sector TAC es de menos del 5%, con lo cual se considera un potencial importante para cubrir los déficits requeridos en el sector.
La participación del género femenino mayormente ha estado destinada a funciones administrativas y directivas no vinculadas con la operación y, recientemente, se evidencia su inclusión en otras áreas como la conducción de los vehículos.
Las mujeres además enfrentan dificultades para acceder a programas de capacitación y educación en el transporte de carga en similitud de condiciones al género masculino, lo cual limita su capacidad para adquirir las habilidades y destrezas necesarias para ingresar al sector.
La inseguridad, violencia y acoso hacia las mujeres, problemática generalizada en la Región, se potencia aún más en el sector con mayor predominancia de hombres, con bajos niveles socioeconómicos y culturales. Ello indefectiblemente, incide en la falta de atractivo del sector para su participación o abandonen sus trabajos debido a las dificultades que enfrentan.
Finalmente, otro factor a tomar en cuenta es la falta de infraestructura adecuada para el ejercicio de sus actividades. La falta de instalaciones y políticas inclusivas en los espacios de trabajo relacionados con la carga, como sanitarios separados por género y áreas de descanso seguras y accesibles, puede crear un entorno hostil para las mujeres.