Los trabajadores del volante en el Transporte Automotor de Carga pasan extenuantes jornadas de conducción sin contar en muchos casos con la debida infraestructura y apoyo en carretera para servicios de descanso, alimentación y apoyo en general de sus actividades.
En otros sectores ha resultado exitoso la creación de entes encargados del fortalecimiento del sector con oficinas especializadas en la atención a los usuarios del servicio con miras a orientarles y apoyarles en su crecimiento y formalización empresarial.
El cambio generacional en el TAC y la diversificación de nuevas profesiones está afectando la atractividad del sector que sufre un progresivo envejecimiento de los conductores, escasez de mano de obra, y desprotección social, que condiciona su viabilidad a futuro.
El déficit de conductores es una de las principales consecuencias derivadas del poco atractivo del sector que además se está agravando con la fuga de conductores a otros países con mayores condiciones salariales, tal como es el caso de México y Centroamérica hacia EEUU y Canadá, y de Sudamérica hacia Europa, principalmente a España.
Al no ser valorado por los empresarios del sector muchos de los conductores laboran en un contexto de amplia informalidad con bajos salarios, en condiciones precarias, sin beneficios ni seguridad social. La mayor parte de los conductores trabajan largas horas y recorren grandes distancias, pero reciben una remuneración baja que no se corresponde con la dedicación y responsabilidad aplicable a sus funciones. Ello incide en que tengan dificultades para subsistir y mantener a sus familias.
Las jornadas laborales excesivamente largas y extenuantes, así como la falta de regulaciones adecuadas y la presión por cumplir con los plazos de entrega hacen que muchos conductores pasen largas horas al volante, sin descanso adecuado y poniendo en riesgo su salud y seguridad.
La salud y bienestar de los conductores no es tratada de manera adecuada e incide directamente en la alta siniestralidad y accidentalidad del sector, que afectan no sólo al propio sector sino a la comunidad en general.
Por otra parte, la falta de protección y seguridad laboral incide en el rechazo de los nuevos aspirantes al sector. Los trabajadores no tienen acceso a servicios básicos de salud y no cuentan con seguro de vida o de accidentes laborales. Ello significa que en caso de sufrir una lesión o enfermedad mientras trabajan, no tendrán los recursos necesarios para recibir atención médica adecuada.
En el marco de la informalidad del sector, los conductores también enfrentan situaciones de explotación laboral, especialmente aquellos que trabajan como subcontratistas o en empresas informales. Muchos de ellos son obligados a trabajar en condiciones injustas, sin contrato de trabajo, sin beneficios sociales y sin las protecciones legales necesarias.