El crecimiento de las ciudades latinoamericanas y, particularmente, en aquellas en las que se localizan los principales puertos, aeropuertos, zonas industriales o comerciales, y nodos logísticos de cada país, ha ido generando un número cada vez mayor de conflictos entre las necesidades del sector
Las taquillas inteligentes son dispositivos que permiten a las personas recoger o dejar paquetes de forma autónoma y segura. Están equipadas con cerraduras electrónicas que se pueden abrir con un código, una tarjeta o un smartphone.
Los vehículos de reparto alternativos, como los vehículos eléctricos y los vehículos autónomos, pueden ayudar a reducir la contaminación y el ruido en las ciudades.
Este modelo consiste en agrupar los pedidos de varios clientes para realizar una única entrega. Esto permite a los operadores logísticos reducir los costes de transporte y las emisiones de gases de efecto invernadero.
La ciudad de Santo Domingo soporta un tráfico diario de 19.800 vehículos de 3 o más ejes, de los que la mitad (50% del total) tienen 5 o más ejes; lo que representa graves consecuencias en congestión de tráfico, y en la seguridad de los ciudadanos y su salud medioambiental.
La última milla es el segmento final de la cadena de suministro, que abarca el transporte y la entrega de productos desde los centros de distribución hasta el consumidor final. En los últimos años, la última milla ha experimentado una serie de cambios importantes, impulsados por el crecimiento del comercio electrónico, la urbanización y la sostenibilidad.
Estos cambios han dado lugar a la aparición de nuevos modelos de distribución/consolidación en el tramo final del servicio de transporte, que se caracterizan por su enfoque en la eficiencia, la flexibilidad y la sostenibilidad.
Los cambios en la distribución urbana también se han visto condicionados progresivamente por la aparición de nuevos modos de transportes, en la búsqueda de una mayor flexibilidad y de un menor condicionamiento respecto al tráfico de las ciudades. Bajo estas premisas, en los últimos años han proliferado los repartos en pequeñas camionetas y motos adaptadas, bicicletas, patinetes e, incluso, acarreos manuales en largas distancias.
La clave de la eficiencia en este proceso de cambio está centrada, fundamentalmente, en los tiempos de reparto y en la adaptación del servicio a los volúmenes de despacho, con la máxima flexibilidad operativa posible.
En este contexto, al ser un sector poco integrado digitalmente y con limitado acceso a información de calidad, el transportista tradicional es vulnerable a la entrada de nuevos actores especializados en la distribución del e-commerce, que cuentan con programas de optimización de rutas y organización de las recepciones y los despachos en tiempo real, y con instalaciones preparadas y bien localizadas en las periferias metropolitanas.
Una vez más, la adaptación del TAC a los cambios en el negocio del transporte pasa por una mayor digitalización de sus operaciones, que le permitan flexibilizar sus servicios. Esta adaptación es cada vez más urgente, debido a que resulta previsible que los cambios ya implantados en la logística urbana se vayan extendiendo progresivamente a la operativa de comercio exterior, donde cada vez es mayor la consolidación y grupaje entre varios cargadores, y la necesidad de dar respuesta rápida a las necesidades de los clientes.